23 de junio. La implosión de un sumergible que recorría los restos del Titanic en alta mar, en la que murieron los cinco pasajeros que iban a bordo, ha suscitado dudas sobre la normativa que regula este tipo de viajes y sobre la seguridad del propio vehículo.
El viernes, la empresa responsable de la excursión, OceanGate Expeditions, defendió las decisiones de su director ejecutivo, Stockton Rush, fallecido a bordo del sumergible.
«Stockton era uno de los gestores de riesgos más astutos que he conocido. Era muy reacio al riesgo», declaró Guillermo Söhnlein, cofundador de OceanGate, a la agencia de noticias Reuters. «Estaba muy comprometido con la seguridad».
Pero en los días transcurridos desde la desaparición del sumergible, los pasajeros han dado la cara para compartir sus historias de fallos y contratiempos en las expediciones al fondo del océano.
James Cameron, director de la película Titanic e investigador de los fondos marinos, fue más inequívoco en sus críticas. En una entrevista con ABC News, denunció la construcción de fibra de carbono del Titán como «fundamentalmente defectuosa».
«Mucha gente en la comunidad estaba muy preocupada por este submarino», dijo Cameron.
«Incluso algunos de los mejores ingenieros de inmersión profunda escribieron cartas a la empresa diciendo que lo que estaban haciendo era demasiado experimental para transportar pasajeros y que necesitaba una certificación, etc.».
A raíz de la desaparición inicial del sumergible, la revista The New Republic informó sobre documentos de un caso de incumplimiento de contrato de 2018, en el que OceanGate demandó a un antiguo empleado por revelar información privada.
Sin embargo, el empleado, David Lochridge, dijo que estaba actuando como denunciante para garantizar la seguridad de los pasajeros y empleados de OceanGate. En una contrademanda, Lochridge citó problemas estructurales, como «grandes desgarros del carbono» por los «constantes ciclos de presión».
Fuente: Aljazeera
